Había una vez una hermosa niña de piel canela y cabello rizado, ojos negros muy grandes y con la sonrisa capaz de calmar hasta la furia de las tormentas.
Era muy feliz. Vivía en casa con sus padres y su mamá cuidaba mucho de ella, la cuidaba tanto que no la dejaba pertenecer al equipo de microfútbol del colegio, ni al grupo de baile, ni al de teatro; la señora temía que a su pequeña le ocurriera algo o se relacionara con malas amistades. Como era muy buena estudiante no tenía problemas escolares, sin embargo, era muy solitaria. Era el ‘patito feo’ del curso.
Los demás chicos no jugaban con ella, padecía por el acoso escolar, le escondían los cuadernos y ella se ocultaba en los rincones del colegio a llorar. Además, como era un poco gordita no le gustaba mirarse al espejo. Vivía para estudiar y cumplir los sueños de su familia, mientras los suyos los guardaba en su corazón.
Cuando tenía 14 años, la niña se hizo valiente. Decidió que no lloraría más, y al parecer, cuando desaparecieron sus lágrimas también se fue su gordura y se hizo más bonita, ella misma alimentó el amor propio, cuidó su cuerpo y su apariencia y al mirarse en el espejo se dijo:
– No volveré a sufrir, no voy a llorar nunca más por culpa de los demás y no me dejaré afectar por los comentarios de otros.
Decidió que no necesitaba la aceptación de los demás, se veía linda y estaba segura de que ahora ya podría cumplir su sueño de ser reina de belleza. Cuando cumplió los 14 años tuvo su primer novio, era un chico cuatro años mayor que ella, una amiga los presentó y cuando él tocó su mano ella sintió algo muy especial en su corazón, sintió que fue un momento mágico y que sería algo emocionante.
Al cabo de tres meses de empezar el noviazgo ella cumplió 15 años y él se hizo soldadito de guerra, debía cumplirle a su patria y se fue a prestar el servicio militar. Se despidieron muy tristes, se veían cada dos meses o tres, cuando a él le daban permiso para salir del batallón. Dos años más tarde, ella quedó embarazada, sería la mamá de una hija del hombre que tanto amaba.
Una noche la historia cambió. Ya no fue tan lindo. Ya no había magia. Aunque vivían juntos, él no era responsable con ella ni con las dos hijas que ya tenían. Se quedaba en la calle los fines de semana, se emborrachaba y prefería pasar el tiempo con otras mujeres. Ella sufría mucho por esa soledad y también por los maltratos que recibía de él.
– Sentí que dejó de amarme, ya no era especial conmigo y no se hace cargo de nuestras hijas.
Se separaron y ella siguió con su vida y se hizo cada vez más valiente. Sus padres le ayudaban con las dos hijas mientras ella se ocupaba en trabajos temporales y, como le gustan tanto los animales, estudiaba una carrera que se llama control ambiental, porque cree que hay que cuidar el medio ambiente para proteger el planeta. Ella sueña con tener una pequeña granja con vacas y gallinas y cerdos y un caballo, donde los niños y las niñas puedan aprender sobre el cuidado de los animales y el campo. Esta pequeña valiente solo les tiene miedo a las cucarachas. Las odia.
Llegaron los días de lluvias y la niña valiente estaba muy aburrida porque tenía muchos problemas con su mamá, se había hecho un poco orgullosa y a veces no tenía mucho dinero para cubrir sus gastos. Una amiga la invitó a la casa de unos amigos y le dijo que ahí podía trabajar.
Esa casa quedaba muy lejos del pueblo donde vivían sus padres y sus hijas, por eso pasaba casi toda la semana encerrada ahí, solo podía salir los domingos, cuando aprovechaba para ir hasta su pueblo a ver a sus hijitas. Sin embargo, cada vez se alejó más de ellas. En esa casa conoció a su segundo novio, fue amor a primera vista, lo vio de lejos y le pareció que también era lindo.
Pero esta vez tampoco fue tan hermoso como ella creyó. Ella tuvo serios problemas porque el trabajo que tenía no estaba permitido por las leyes de su país. Por eso, una mañana mientras paseaba con una de sus hijas, unos señores con uniforme se la llevaron a un lugar donde no podría volver a salir en un largo tiempo.
Aunque se sentía triste porque no podía ver a sus hijas ni a sus padres, en ese lugar ella pudo cumplir muchos sueños: hizo parte de un grupo de baile y se presentó con coreografías de ritmos populares conocidos como mapalé y cumbia, otras veces ella y sus amigas del lugar bailaban reguetón; también estuvo en un grupo de teatro y hasta escribió poesía.
Un día, cuando llevaba 20 meses en ese lugar donde también se fabrican peluches, cojines, cobijas y se pintan cuadros, se les ocurrió que habría un reinado de belleza y la condición era que las candidatas a la corona escogieran una princesa para participar.
Por ser tan bonita y tan alegre como Mérida, la princesa de la película Valiente, la niña decidió que sería como ella para ganar la corona. Hizo todo lo que pudo para parecerse a Valiente que es muy buena con el arco y las flechas, que tiene por mejor amigo a un caballo que se llama ‘Angus’, que no quiere casarse y ama la libertad.
Para representar a Mérida se pintó el cabello de color naranja y utilizó un traje parecido. Aprendió a andar en tacones, porque tenía que desfilar por una tarima, y con unos pedazos de cartón fabricó un arco y unas flechas.
Quedó tan parecida y tan bonita que recibió los aplausos de sus compañeras y del jurado que la escogió como la reina del lugar. Fue la ganadora. Estaba muy feliz, había cumplido un sueño más, ahora era la más linda entre muchas otras chicas también muy bellas.
– Ahora solo debo esperar unos pocos meses para volver a casa de mis padres y abrazar a mis hijas- se dice cada noche, después de hacer una oración y antes de dormir.
La bella niña de esta historia cuenta los días para salir de allí. No quiere casarse, ama su libertad y como en el cuento de la princesa Mérida, sabe que al regresar a su casa debe «reparar el vínculo que el orgullo rompió», para tener de nuevo el amor de sus padres y de sus hijitas. Su corazón es hoy más fuerte y ya no le teme a la oscuridad ni a las cucarachas.
Mientras eso ocurre sus días siguen en la fábrica de peluches, de donde sale los muñequitos peludos que les regala a las hijas. Sigue con sus jornadas de baile, escribe y lee poesía y mantiene el color de su pelo, porque sigue siendo cada vez más Valiente.