El teatro como refugio

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Juliana María Buitrago Botero ha tenido la valentía de ser ella misma en cualquier escenario, salvaguardando su fuerza interior y el poder de su energía.

Su refugio es el teatro. Lo decidió a los 11 años, cuando algo en el pecho le decía que su rumbo estaba en las presentaciones en el patio del colegio, las disfrazadas para las izadas de banderas, los eventos, los saltos en los grupos de porras. Jamás dudó de lo que decretó para su vida.

De ahí en adelante, contra viento y marea, contra el escepticismo de muchos, estudió comunicación social, con el propósito de convertirse en la artista que es hoy.

Todos sus proyectos y procesos académicos han tenido que ver con el teatro, con la dignificación de los artistas, con la promoción de los mismos, especialmente en La Tebaida, Quindío.

Su carisma la ha llevado a ser profesora, integrante de colectivos femeninos, de teatro de calle, comparsas, entre otros. En 2005 cofundó el Teatro La Musaraña, que hoy dirige con su esposo Alexánder Carvajal y que apoyan sus hijas Juanita y Sara, con el propósito de vivir la fuerza inspiradora del teatro, preocupándose además por la investigación antropológica, en busca del fortalecimiento de la identidad cultural.

Como parte de Tebaidarte ha trabajado en consolidar el relevo generacional y la importancia de enseñar, montar grupos, dejar legados, transmitir enseñanzas y crear nuevas experiencias que aporten al movimiento del teatro colombiano.

Además, han consolidado todo un movimiento que dinamiza la escena cultural de La Tebaida, municipio en el que año tras año se dan cita importantes gestores y artistas del país.  El trabajo de Juliana y su familia es también para la creación colectiva y el reconocimiento social.

Como gestora de procesos sabe que hay desafíos y grandes decisiones por tomar, pero que fuerte es quien no huye y da el siguiente paso en el escenario, con alegría y coraje.

Juliana nunca dejará de sentir miedo al encarar los compromisos, pero se sostendrá siempre en cada pensamiento del teatro como refugio y santuario, porque sabe que solo en las tablas, se adorna la belleza de la vida y la valentía de ser ella misma.

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