Flaca:
Le escribo esta carta con la certeza de que cuando la lea sabrá que no me he ido. Sigo vivo en sus días y usted en los míos. Sé que me lleva en su mente, aunque diga que hace todo lo posible por olvidar lo que vivimos.
Yo no podría y no lo hago, porque en mis momentos más oscuros usted es la luz que en los recuerdos sacude mi existencia. Cuando cierro los ojos veo que estamos sentados al final de aquellas 92 escaleras que subimos y bajamos tantas veces para llegar o salir de la casa. Y veo que estamos sentados mirando el guadual en la tarde, cuando el viento nos acompañaba y la gente del lugar advertía que había que correr porque la ley estaba encima.
En esos momentos nos podía caer todo el que quisiera y podíamos soportar la amenaza de las balas del barrio al otro lado del límite y yo no sentía miedo. Junto a usted yo era el más berraco. Usted siempre estaba ahí, mi flaca hermosa, ahí con su sonrisa maliciosa, sus labios cariñosos, la complicidad de sus brazos y hasta sus piernas, por si había que correr a esconderse.
Yo sé que está en un lugar que le roba la vida, a mí pasa igual. No le diré que el encierro es el mismo, pero el infierno de la distancia y el silencio también matan. Tengo vivo el día en que hicimos el pacto de amor eterno y aunque para usted sea incomprensible mi ausencia, yo sé que ese tatuaje en su tobillo con número el 03/06/98 le recuerda, Flaca, que yo voy a estar con usted siempre.
Usted no cometió ningún error, no se sienta culpable por lo que ahora le toca vivir, por lo que ha pasado ante su familia y en especial ante sus niñas. Usted lo único que hizo mal fue enamorarse de mí, pero sepa, y usted lo sabe, que yo también me enamoré como un loco de usted.
Sé que tiene sus sentimientos congelados y no la culpo. Estar alejada de su familia y soportar que tanta gente la señalara a usted y sus padres por mi culpa no es fácil, yo hubiera querido estar ahí para salvarla de la condena que sufre, pero los demonios que me persiguen son más terribles de lo que usted se imagina. Y ante ellos soy cobarde.
Entre lo mucho que me atormenta también está el recuerdo del hogar que no pudimos formar, del bebé al que usted quería llamar Dilan y que solo fue una alegría que nos duró dos meses. Todavía me hace llorar pensar que, aunque ese bebé ya no hacía parte de nuestras vidas, usted me convencía de lo contrario para no lastimarme. Todavía, a veces me veo acariciando su barriguita y preguntando ¿bebé no hay?
En mis sueños aparece siempre. Estamos en ese puente donde nos imaginábamos viejitos y nos veíamos arrugados, pero juntos, ese mismo lugar donde nos hacíamos la fiesta, a veces solos, a veces con el parche. Siempre felices, siempre juntos.
Yo sé que me lleva en sus oraciones, sé que cada noche le pide a Dios que en medio de su misericordia me perdone. Yo hago lo mismo. Todavía llevo colgado el escapulario de La Milagrosa que me regaló ¡Si supiera de las que me ha salvado! Desde que no la veo nadie me cuida como lo hacía usted, no hay quien calme mi ansiedad cuando me falta el alcohol o la droga, nadie me lleva a la paz que usted me daba por las noches cuando volvía mi mundo pura belleza, puro amor.
También sé que le pide a Dios que me salve de caer en un lugar como en el que usted está. Si solo le pudiera decir dónde y cómo estoy tal vez sus días serían un poco más tranquilos. Sé que le llegan muchos rumores de lo que hago lejos de usted y lejos de mi familia, pero no crea todo lo que le digan. Solo piense en ese amor tan bonito que construimos en medio de la vida que en esos ocho meses tuvimos, en las buenas y en las malas.
Quédese con lo bueno, por favor. Usted es una buena mujer, Flaca. Tenga paciencia y pídale a Dios que el tiempo pase rápido, que pueda volver a abrazar a sus niñas y que le ayude a cumplir el sueño de irse bien lejos cuando la pesadilla termine. Que pueda irse a ese lugar donde quiere empezar de nuevo, donde nadie la señale ni la juzguen.
No pierda el ánimo y siga cuidándose, siga siendo esa mujer bella que es capaz de ser la reina donde llega o donde está, así como lo logró hace unos meses cuando la coronaron por ser la más bonita entre todas. Siga escuchando esas canciones de Bad Bunny que tanto nos gustaban y que tanto bailábamos.
Yo no le puedo prometer que la buscaré o que iré a verla, usted sabe que, como el de la canción, yo soy Juanito Alimaña y me doy mis mañas, pero esta vida tiene pruebas muy duras que no sabemos cómo van a terminar. Ni yo mismo sé dónde estoy, no sé si en medio de toda esta locura vivo o muero. Solo le puedo decir, mi Flaca bella, que siempre la llevo conmigo, yo sé que no me cree, y que cualquier día sabrá cuál fue mi destino, mientras tanto le dejo mi amor de siempre.
Como la canción: tú eres mi bebé, Pelu.
H.